Miércoles 11. Hong Kong 3.

La visita ha sido a la isla de Lantau, al suroeste de Hong Kong.
Al pueblo principal, Tung Chung, llegué directamente en metro. Desde allí cogí un teleférico (rodeado siempre de ingenieros me tengo que fiar) que te deja en la cima de la montaña: Ngong Ping.
Las vistas durante el trayecto son impresionantes. Como cogí una cabina con suelo de cristal, me acordé de alguno que tendría algo de vértigo. A mí siempre me han gustado las alturas.

El pueblo que hay al llegar, lleno de bares y tiendecitas, la verdad es que me pareció un poco artificial, casi como un decorado.

Caminando un poco más, llegué al monasterio de de Po Lin. Es bastante grande. La parte visitable del templo es similar a otros que he visto, con diferentes salas con Budas sonrientes, serios, enfadados...

Cerca de allí, está la estatua más grande de Buda que hay al aire libre. Es de bronce y es un Buda sentado.

Lo que me pareció realmente bonito fueron las vistas que hay de las islas y las montañas al alejarte un poco por los caminos que de allí salen.

Tanto me gustaron los caminos que me decidí a tomar uno y bajé caminando toda la vuelta al pueblo.
Disfruté muchísimo. Hay zonas de bosque espeso que me recordaron las fragas de nuestra tierra (¡Ay!). Se ven también arroyos entre las rocas y en algunos claros, también la costa, abajo del todo. Hasta de los sonidos de pájaros y grillos disfruté. Es una pena no poderlos poner aquí. Y del olor a helechos húmedos, tan familiar.
Eso sí, con una pendiente tan pronunciada, iba casi frenando todo el rato y llegué abajo (1h 20 min) agotado.

Ahí se acabó el turismo del día. Comí cerca del metro y vuelta a casa. Hoy tocó siesta. ¡Me la había ganado!

Añado una foto del atardecer tal como se ve desde las ventanas de esta casa. Tiene vistas muy bonitas.