martes, 12 de enero de 2010

¡Por fin ya en Madrid!


    Ha resultado mucho más difícil de lo que parecía en un principio, pero he conseguido llegar a Madrid por fin, esta mañana. Como ya había contado, el jueves pasado día 7 tenía plaza en un vuelo de Spanair que debía salir a las 19:30. Cuando llegué al aeropuerto ese día, anunciaban un retraso en el vuelo. Poco después nos informaron de que desviaban a Lavacolla el avión que nos debía llevar y que nos pondrían autobuses para ir hasta allí para coger el vuelo cuándo saliese (sin especificar la hora). Sabiendo que la carretera de Santiago estaba medio atascada por la nieve, viendo que el panorama no tenía pinta de mejorar al día siguiente y que podría aprovechar para quedarme el fin de semana, opté por cambiar el billete por otro para el lunes a primera hora de la mañana (7:05) ya que para el domingo no había plaza.  Efectivamente el viernes no salió ningún vuelo de La Coruña.
       El lunes por la mañana, tras habernos levantado mi padre y yo a las 5:30 y habernos desplazado hasta Alvedro, veo que han cancelado el vuelo por problemas meteorológicos en Barajas (de ahí la foto). Me dieron la opción de coger otro a las 15;55 o a las 19:30 y como de todas maneras perdería el día de trabajo, opté por el de más tarde. A media mañana, cuando estaba de compras con mi madre, me llama una señorita muy amable para decirme que otra vez cancelaban el vuelo y que podía ir en el de las cuatro. ¡Ah!, pero no acabó así la cosa, de vuelta por tercera vez en el aeropuerto, anunciban retrasos en el nuevo vuelo, nos hacen esperar hasta las cinco y media y despúes nos dicen que también lo anulan y que no nos pueden dar ninguna otra plaza para ese día. Ahí me rendí, pedí la devolución del precio del billete y pedí a Carliños que me sacase una plaza para el Tren Hotel de las 22.
       Finalmente y tras haber sido rechazado en 4 vuelosy dormido en las literas del "tren de Franco", llegué a Chanmartín esta mañana a las 8:20, sólo con 15 min de retraso y a esto le añadí otros 10 que tenía de retraso el cercanías Chanmartín-Atocha.
       Cuando ya en el trabajo, le dije a mi jefe que había llegado, no sin ciertas dificultades y además que suponía que dentro de muy pocos días me volvería a ir para recibir a mi sobrina Vega, creo que debió quedarse un poco asombrado. ¡Qué se le va a hacer!

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