jueves, 9 de diciembre de 2010

Un otoño movido (como todo el año)

Fe de atrasos
Dejar de contar los eventos en el blog tiene mucho riesgo. Primero no cuentas que has ido a La Coruña a ver a las sobrinas (creo que no es sólo amor de tío si digo que están preciosas y simpatiquísimas), después tampoco cuentas la visita de Mamá-Margarita a Madrid, la despedida de solteros de Oscar y Rosa (con encierro de San Uclés y concurso de "1,2, 3" incluidos), otra visita a La Coruña, la última boda del año (supongo)...
   Al final se te acumula tanto trabajo que no es viable nada más que una enumeración.
Lo que intentaré es recuperar las buenas costumbres, relatar mi última (pero non derradeira) aventura y llevarlo mejor a partir de estas próximas Navidades.
Viaje a "La Mongie"
    Para recobrar mis habilidades perdidas como esquiador, y para tener un puente de la "Inmaculada Constitución" diferente, me apunté a última hora a un grupo llamado Montaventura que organizaba un viaje al Pirineo francés, hice las maletas me fui para allí.
El trayecto en autobús duró unas 12 horas: velocidad de crucero bastante lenta,  dos largas paradas e instalación de cadenas para subir el último puerto... toda una aventura. Llegamos al rededor de las 4:30.
  El sábado por la mañana, ya me puse los esquís por primera vez y me dispuse a practicar. Así me di cuenta de que estaba aún más torpe de lo que contaba.    Aún así conseguí desplazarme por las pistas más fáciles lo suficientemente lejos como para no saber volver al lugar de encuentro siguiendo mi propia orientación y tener que preguntar un par de veces. Todo tiene sus ventajas, así también practiqué los saludos y los agradecimientos en francés. Por la tarde, tuve la primera clase y la mejora en la técnica fue notable. De paso conocí a dos mujeres con aproximadamente mi mismo nivel de pericia y pudimos formar un grupillo para explorar el resto de la estación. Los siguientes días: domingo, lunes y martes, la nieve fue poco a poco a menos, pero las condiciones se mantuvieron lo suficientemente buenas como para poder esquiar. Respecto a la compañía de viaje, desde mi punto de vista se dividía en dos grupos: matrimonios con niños pequeños y chicos entre 19 y 21 años que no han superado aún la edad del pavo y quizás no lleguen a superarla nunca. Lógicamente acabé haciendo mejores migas con los padres y madres de familia, que llevaban un estilo de vacaciones más afín al mío. 
         La conclusión final es que aprendí mucho y lo pasé muy bien, pero la próxima vez me aseguraré de que no me asignen apartamento con adolescentes tardíos, me estoy haciendo mayor y me pasa como a la Tita, empieza a molestarme demasiado el ruído.

2 comentarios:

  1. Pero mereció la pena ¿no?, El entorno parece muy bonito.Hasta pronto, supongo. Un beso

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  2. Sí, mereció la pena. El sitio es muy bonito, recuperé mi afición y mi nivel de esquí y lo pasé bien. Gracias. Sí, hasta el 24. Besos.

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